Tifus
La epidemia de tifus de 1914, que afectó a media Europa y, en la neutral España, fue especialmente virulenta. Este tifus es el a veces más conocido como fiebre tifoidea transmitido por una bacteria salmonella que contamina aguas y alimentos.
Algunos de los síntomas son:
Se presenta de forma súbita, con la aparición de fiebre alta, cefalea, escalofríos y mialgias generalizadas. Puede asociar también conjuntivitis con fotofobia, rubor en cara y cuello (bastante característico), tos seca, irritación meníngea, anorexia, vómitos, vértigo, y otros muchos y dispares síntomas de afectación general.
La enfermedad tiene una distribución mundial, pero se da asociada a situaciones de mala higiene y hacinamiento, como es el caso de campos de refugiados, barcos con inmigrantes hacinados, prisiones en malas condiciones, campos militares en situaciones de guerra. Hoy día la enfermedad continúa siendo endémica en algunas regiones de África (los brotes más recientes se han dado en Burundi, Ruanda y Etiopía), Asia y Sudamérica, en regiones pobres, de tipo rural y montañosas.
¿Cómo se controla?
Las medidas para controlar los piojos pueden ayudar a evitar la propagación de la infección. Por ejemplo, la ropa y la ropa de cama infestadas de piojos deben lavarse con agua caliente y secarse con calor intenso o lavarse en seco. Además, las personas deben evitar el contacto con las ardillas voladoras y sus nidos.
Por lo general, el tratamiento del tifus epidémico consiste en el antibiótico doxiciclina, administrado por vía oral. Las personas afectadas suelen tomarse el antibiótico hasta que los síntomas mejoran o hasta que dejan de tener fiebre durante un periodo de entre 24 y 48 horas, pero deben tomarlos por lo menos durante 7 días.
Autor:María José Torres Jelid
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